sábado, 5 de marzo de 2011

Feliz cumpleaños (relato)

Me desperté como cada día, me era imposible olvidar que ese día era mi aniversario, 43 tacos pensé mientras me miraba en el espejo y estas hecho un chaval, jajaajajajaaja me partía de risa yo solo en el lavabo, no era capaz de engañarme ni a esa hora de la mañana mientras aún permanecía medio
adormilado, en fin, esas ojeras no eran precisamente atractivas, las canas asomaban por entre los cabellos, la mirada no tenia el brillo de hacia unos años, y prefería no bajar la mirada, el resto del cuerpo, aún era mas penoso.

A pesar de todo, era feliz, evidentemente era gracias a ella, quizá ella no veía mis defectos mientras me miraba, pensé que ella me veía igual que yo,
con los ojos del amor y del afecto.

Era domingo un día odioso para nosotros, pero habíamos quedado para comer, antes te quiero enseñar una cosa, me había dicho, evidentemente era mi regalo, pero disimule, como si no lo recordase, Elaine era diferente a todas las sumisas que había conocido, era un lobo con piel de cordero, su mente iba siempre revolucionada y me sobrepasaba siempre, marcaba el ritmo, su cuerpo era como una partitura que yo seguía en la sesiones, a ratos inconsciente y a ratos fascinado por esa habilidad que tenia para transmitir lo que sentía y lo que deseaba, al menos para mi que podía leer cada gemido, cada contracción, cada movimiento e interpretarlo como en una coreografía estudiada.

Quizá no sea ortodoxo, la verdad, pero aunque yo era el Amo, ella era el centro de todo, yo no podía evitarlo, ni lo deseaba, disfrutaba cada segundo en los que la sintonía entre los dos fluía como el agua de un manantial, sin preocuparse de nada más, alternabamos la causa y el efecto, ahora ella la causa y yo, el efecto y en un segundo era al contrario, siendo yo la causa de ese efecto que no era otro que el placer que sentía ella y que yo hacia mio.

Llegue 5 minutos antes, sonriendo, pues en mi cabeza ya la oía riñendome como una niña cuando abres los regalos de Navidad en otro orden del que establece ella, subí las escaleras, un poco de ejercicio, no iría mal, habíamos alquilado un pequeño apartamento entre los dos, para declararlo zona neutral y hacer
nuestro nido de amor, quizá debiese decir nuestra mazmorra de amor.

Estaba ante la puerta y ruido dentro, comencé a hacer ruidos con la llave a toser y restregar mis suelas contra el felpudo, salvo que estuviese sorda me habría oído, no quería fastidiar la sorpresa y entrar como un toro en una cacharreria, no sabia que era el regalo, pero su sonrisa y su mirada picara
mientras me lo daba, para mi ya eran suficientes, aunque me comprase una corbata.

Gire la llave y empuje la puerta, con calma cruce el umbral y de la sombra, algo, evidentemente alguien salto sobre mi, la recogi al vuelo, se colgó de mi cuello, mientras como pude sostuve sus piernas sobre mi cintura, me lleno la cara de besos en apenas 2 segundos, ya dije que era una sumisa diferente.
-Cierra lo ojos, me dijo.
-Estaré seguro sin ver en la misma habitación que una fiera salvaje?, le respondi
-Tonto!!!!

Me vendo los ojos y me deslizo una correa entre las manos, la sujete con la mano derecha y extendí el brazo izquierdo buscándola.

-Hoy seré tu perro lazarillo

Comprendí al escuchar la voz que estaba en el suelo, imagine que a 4 patas y sin ropa, solo con el collar y que yo tenia en la mano la cadena de mi perrita.

Me agache y al final al encontré, la acaricie sin verla, su cabello su espalda su trasero, me lo conocía de memoria, me sorprendió que sin usar los ojos
podía verla, estuve unos diez minutos acariciándola, no hubiese parado, notaba como temblaba, como se excitaba, como arqueaba su cuerpo y lo colocaba en la
mejor posición para que yo pudiese acariciar las partes que me gustaban, estaba en el cielo, pensé que este regalo sin duda era el mejor de todos.

Me lamió la mano y comenzo a moverse gateando, cuando la cuerda se tenso la seguí lentamente, ahora si era mi guia, no veía nada pero antes de que chocase
contra algo ella se ponía delante para guiarme, me empujaba con su cabeza hacia un lado y otro y al final se planto delante mio sin dejarme avanzar.

- Guau, guau, repetía.

Que pasa?, que quiere, me pregunte, extendí los brazos y comencé a palpar el aire delante mio, pronto mis manos chocaron contra algo.

Comencé a estudiarlo con las palmas, era frío, sin duda metal, cuadrado, como tubos cuadrados, había muchos, mientras ella se restregaba contra mi pierna
como un gato.

Comprendí que debía adivinar que era eso, con unos cuantos movimientos mas adiviné enseguida que era, no me lo podía creer.

-Una jaula, has comprado una jaula.

Me agache, para acariciarla de nuevo, ella, ladraba y gemía, estaba muy puesta en su papel, me rozo la mano con su boca y note que tenia algo, un sobre, se lo
quite de la boca y lo abrí, no era difícil notar que era una llave, tampoco era complicado deducir que era la llave de la jaula.

A tientas, busque la puerta, una cerradura o un candado, oía como ella reía, en otro momento le hubiese dado unos azotes, las perritas no se ríen, pero hoy no.

Cuando encontré la cerradura, introduje la llave, me gusto que tuviese cerradura en lugar de un candado, además eso indicaba que ella me escuchaba, mientras
le contaba como me gustaban las jaulas.

Abrí la puerta, la jaula me llegaba a mi por la cintura, un poco más arriba, con la cadena, le indique que debía entrar, me ayude de la mano para empujarla
y de paso acariciar ese cuerpo que estaba ya deseando ver.

Cerré la puerta y me guarde la llave en el bolsillo.

Me aparte medio metro, con cuidado de no hacer un destrozo, pues aún llevaba los ojos vendado y lentamente, comencé a quitarme el pañuelo que me cubria los ojos.

Lo que vi, pues se lo pueden imaginar, me dejo sin respiración, como si en lugar de recuperar la visión hubiese entrado en uno de mis sueños, allí estaba ella, dentro de una jaula a cuatro patas, desnuda, con su collar rojo y la cadena, moviendo el trasero y sacando la lengua.

Y sobre todo con esos ojos brillantes y esa sonrisa de niña traviesa.

Me di la vuelta e hice como que me marchaba, comenzó a gemir y llorar como un cachorrillo, claro que sabia que yo no me iría, pero era tan lastimoso que parecía real.

Me acerca e introduje mis brazos, le agarre la cabeza y la acerque a los barrotes y ambos con el frío metal clavandose en la cara nos dimos un beso.

-Te quiero mi perrita, le dije.

Lo que sucedió después, pues cualquier lector o lectora podrá imaginarlo, casi mejor que lo dejo así, para que cada añada sus fantasía e imagine que habrían echo en esa situación.

Solo añadir que fue uno de los mejores cumpleaños de mi vida, pero no el mejor, imaginense como serán los otros..................

Autor: Marc (osea yo)

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